El Abismo

septiembre 19, 2006




Sostengo el mundo con mis manos,
sostengo el mundo con mi voz,
firmemente apoyado en …
¿en qué? …

Miro hacia atrás y no hay nadie,
Miro hacia atrás y veo un abismo.
El sostén era imaginario, el sostén era ficticio,
El apoyo no era real, era sólo un sueño, una fantasía.

La quimera comienza a desvanecerse,
el delirio de la caída se inicia,
la oscuridad invade mi alrededor,
una caída infinita, una caída real.

Mis manos se alargan intentando sostener lo insostenible,
Mi voz se hace eterna intentando mantener una utopía,
miro atrás y estoy solo en este lugar de desvarío que se esfuma,
se evapora y se vuelve umbroso e incomprensible.

No veo el fin del pozo, no veo la consumación del camino,
que llegué pronto el final de la caída y que ocurra en un segundo,
en ese instante eterno en donde veré reventar mis pensamientos ante mis ojos,
en donde el dolor se hará intenso en una explosión singular.

Después sólo quedará un cuerpo, una cáscara, cual mortaja del alma destruida.
Una cascarilla que sostendrá la vida nueva, que sostendrá el futuro,
Un cascajo del cual brotará el olivo y la acacia, vitales y fluídicos,
para luego volver a la tierra reseca, sedienta de un nuevo ciclo.

Pero nada de esto ocurre, sigo cayendo, derrumbándome paulatinamente,
siguen pasando las mortecinas luces de la oscuridad a mi alrededor,
el golpe letal parece no querer llegar, burlándose de mi tesón,
inacabablemente vacío, imperecederamente solitario.

El polvo de la caída inunda mis pulmones…
                                                                … mi risa se congela en un rictus cianúrico.



Acuático (... cayendo infinitamente…)

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